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Prueba ahora gratisPor norma general, las vacaciones que no se han disfrutado se pagan solo cuando termina la relación laboral. La ley lo tiene claro: prioriza el descanso real del trabajador, así que eso de cambiar días libres por dinero mientras el contrato sigue activo no es una opción, salvo en casos muy concretos.
El derecho a las vacaciones es sagrado en cualquier relación laboral. Está pensado para que los trabajadores descansen y recuperen fuerzas. De hecho, el artículo 38 del Estatuto de los Trabajadores lo deja bien claro: es un derecho irrenunciable. No puedes renunciar a tus vacaciones ni aceptar dinero a cambio de ellas.
Pero, como en todo, hay una excepción clave que cualquier persona en RR. HH. debe tener grabada a fuego.
Cuando un contrato de trabajo se acaba —ya sea por un despido, el fin de un contrato temporal o porque el empleado decide irse—, es muy habitual que queden días de vacaciones generados que no se han llegado a disfrutar. En ese preciso momento, la ley establece que la única manera de saldar esa "deuda" es pagando esos días. Esto es el pan de cada día en sectores con mucha rotación, como la hostelería o el retail, donde gestionar finiquitos es una tarea constante para los departamentos de recursos humanos y los responsables de planificación.
Liquidar bien estos días no es solo una obligación legal; es una forma de mantener una buena imagen como empresa y evitarse problemas. Un simple error en el cálculo puede acabar en una reclamación y, en el peor de los casos, en una sanción. Por eso, entender cómo se pagan las vacaciones no disfrutadas es vital para la buena salud administrativa de tu negocio.
La respuesta rápida es no, pero con matices importantes. La normativa laboral protege el descanso como algo fundamental para la salud del empleado. Sin embargo, en el momento en que se rompe el vínculo laboral, las reglas del juego cambian por completo.
Tener claras estas bases es fundamental, ya que las obligaciones del empleador sobre las vacaciones pagadas son muy estrictas y saltárselas trae consecuencias. Este principio garantiza que, sin importar por qué se marche el empleado, su derecho al descanso acumulado se respete y se pague como es debido.
Saber que hay que pagar las vacaciones no disfrutadas es una cosa, pero aplicar la fórmula correcta es otra muy distinta. Es aquí donde muchos responsables de RR. HH., sobre todo en sectores tan dinámicos como el retail y la hostelería, se encuentran con el verdadero reto.
Un pequeño despiste en el cálculo no solo acaba perjudicando al trabajador, sino que puede terminar en reclamaciones y problemas a futuro. Aunque el proceso pueda parecer sencillo a primera vista, tiene sus matices y es crucial dominarlos.
Para calcularlo bien, todo se apoya en dos pilares: saber cuántos días de vacaciones le corresponden realmente al empleado y cuál es su salario diario. Y no, no vale con dividir el sueldo base. El cálculo es más completo y debe reflejar lo que el trabajador cobra de forma habitual.
Este primer paso es pura matemática. Por ley, cada trabajador genera 2,5 días de vacaciones por cada mes que trabaja, lo que al final del año suma los 30 días naturales que marca el Estatuto de los Trabajadores como mínimo. Si un contrato no llega al año completo, lógicamente hay que hacer el cálculo proporcional.
Pongamos un ejemplo práctico. Imagina un camarero con un contrato de 6 meses para la temporada de verano en un chiringuito. Si ha trabajado exactamente medio año, ha generado la mitad de sus vacaciones: 15 días naturales. Si de esos 15 días ya se ha cogido 5, le quedarían 10 pendientes que habría que compensarle en el finiquito. Este dato es el punto de partida para todo lo demás.
Aquí es donde suelen surgir las dudas. El salario diario que usamos para esta compensación no es, ni mucho menos, solo el salario base. La normativa exige incluir todos los conceptos salariales que el trabajador cobra de manera habitual, para que la cifra refleje su remuneración ordinaria. Dejar fuera alguno de estos conceptos es un error muy común y puede invalidar el finiquito entero.
La clave para un cálculo justo y legal es usar una base que incluya todos los complementos salariales habituales, no solo el sueldo pelado. El objetivo es simple: que la compensación sea igual a lo que el trabajador habría ganado si hubiese estado disfrutando de esos días de descanso.
Este enfoque asegura que el empleado no salga perdiendo dinero por no haber podido tomarse sus vacaciones.
Aquí puedes ver el proceso de forma muy visual, desde que se genera el derecho hasta que se liquida.

Como ves en el esquema, este pago solo se realiza al terminar el contrato, nunca como sustitución del descanso mientras la relación laboral sigue activa.
Para dar con el salario diario correcto, tienes que sumar todos los conceptos de la nómina que sean salariales y habituales. Si quieres refrescar los componentes de una nómina, nuestra guía sobre cómo se hace la nómina te puede dar una visión más completa.
Los elementos que no pueden faltar son:
Para que todo quede meridianamente claro, vamos con un ejemplo numérico. Pensemos en una dependienta a media jornada en una tienda de ropa con un contrato de un año.
Su sueldo mensual es de 700 € de salario base más 50 € por un plus de antigüedad. Además, tiene dos pagas extra de 700 € cada una. Ha trabajado el año entero y no se ha cogido ni un solo día de vacaciones, así que le corresponden sus 30 días.
Esta sería la cantidad bruta que la empresa debería incluir en su finiquito por las vacaciones que no ha disfrutado. Si sigues estos pasos, te aseguras de que el cálculo es preciso y te evitas cualquier problema legal.
Una vez tienes claro el importe de las vacaciones no disfrutadas, llega el momento clave: integrarlo de forma correcta y transparente en el finiquito del trabajador. Piénsalo bien, este documento es el cierre formal de la relación laboral. Cualquier error o falta de claridad puede generar desconfianza y, en el peor de los casos, reclamaciones innecesarias.
El pago por los días de descanso pendientes debe figurar como un concepto propio y bien diferenciado en la liquidación. Jamás debe mezclarse con la indemnización por despido, si la hay, ni con otros conceptos del salario. La transparencia aquí es fundamental para que el empleado entienda a la perfección qué está cobrando y por qué. Esto minimiza el riesgo de futuros malentendidos.

Un aspecto más técnico que suele generar muchas dudas es cómo cotizan las vacaciones no disfrutadas. La regla es sencilla: esta compensación económica tiene la consideración de salario a todos los efectos. Por tanto, está sujeta tanto a cotización a la Seguridad Social como a la retención de IRPF que corresponda.
¿Qué significa esto en la práctica? Que la empresa debe incluir esa cantidad en la base de cotización. De hecho, se genera lo que se conoce como una "liquidación complementaria" (modelo L13). En pocas palabras, la empresa seguirá cotizando por el trabajador durante tantos días como vacaciones se le hayan pagado, aunque esa persona ya no forme parte de la plantilla.
Un consejo práctico que siempre damos desde la asesoría laboral: cuando entregues el finiquito, adjunta un desglose detallado. Explica de forma sencilla que el importe de las vacaciones cotiza y lleva retención, igual que su nómina de cada mes. Ser proactivo con esta información resuelve el 90% de las dudas antes de que se conviertan en un problema.
Esta gestión no solo es una obligación legal, sino que también protege al trabajador, asegurando que ese periodo compute para sus futuras prestaciones, como el desempleo o la jubilación.
El finiquito, incluyendo la compensación por vacaciones, debe abonarse en el momento exacto en que se extingue el contrato. La ley no da margen; lo ideal es entregarlo junto con la última nómina o, como muy tarde, en el último día de trabajo.
Un retraso en este pago puede salir caro. El trabajador tiene derecho a reclamar un interés por mora del 10% sobre la cantidad que se le debe. Pero más allá del dinero, una mala gestión del finiquito daña la reputación de la empresa y puede acabar en un conflicto legal.
En España, este tema es especialmente sensible. De hecho, los datos son contundentes: el 97% de las demandas laborales relacionadas con este asunto se resuelven a favor de los trabajadores. Puedes leer más sobre las implicaciones de estos conflictos en este análisis sobre compensaciones por vacaciones no utilizadas.
Para evitar estos problemas, es vital llevar un control exhaustivo de las ausencias y los cálculos. La mejor manera de asegurar que todo se cumple rigurosamente es apoyarse en una buena herramienta de gestión de nómina que automatice y simplifique el proceso.
La gestión de las vacaciones no disfrutadas se complica en cuanto nos salimos del sota, caballo y rey. En sectores como el retail o la hostelería, es el pan de cada día para los departamentos de recursos humanos encontrarse con situaciones que siembran dudas: ¿qué pasa si un empleado está de baja cuando se le acaba el contrato?, ¿y cómo calculamos las vacaciones para alguien que trabaja a tiempo parcial?
Estos casos especiales exigen ir un paso más allá en el conocimiento de la normativa. La idea es actuar con seguridad y evitar errores que, tarde o temprano, acaban en reclamaciones. Conocer las particularidades de cada escenario es, sencillamente, clave para una gestión impecable desde RRHH.
Una de las situaciones que más confusión genera es cuando un trabajador está de baja por Incapacidad Temporal (IT) y, justo en ese periodo, su contrato llega al final. ¿Pierde los días de vacaciones que ha generado? La respuesta es un no rotundo.
El tiempo que un empleado pasa de baja por IT sigue contando a la hora de generar el derecho a vacaciones. Si el contrato se extingue mientras está en esta situación, la empresa tiene la obligación de incluir en el finiquito la compensación económica por todos los días de vacaciones generados y no disfrutados, sin excepción.
Es un error muy común pensar que la baja «congela» el devengo de vacaciones. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha sido meridianamente claro: el derecho al descanso retribuido es totalmente independiente de si el trabajador está o no de baja.
Así que, al calcular el finiquito, el proceso es exactamente el mismo: se cuentan los días generados hasta la fecha de fin de contrato y se abonan según el salario diario habitual, incluyendo la parte proporcional de las pagas extra.
En la planificación de personal de hoteles, restaurantes y tiendas, los contratos a tiempo parcial y los fijos-discontinuos son herramientas básicas. Pero su naturaleza particular tiene un impacto directo en cómo se gestionan las vacaciones.
Un problema recurrente en estos sectores es la altísima carga de trabajo, que a menudo impide que los empleados puedan tomarse sus descansos. Un reflejo indirecto de esta realidad es el absentismo laboral en España, que alcanzó un 7,0% de horas pactadas perdidas en el primer trimestre de este año. Esta cifra, que afecta a más de 1,5 millones de trabajadores cada día, puede estar relacionada con la acumulación de días no disfrutados por la pura dificultad de encontrar sustitutos. Si quieres saber más, echa un vistazo al último informe de Randstad Research.
Los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) también tienen sus propias reglas en lo que respecta a las vacaciones. Aquí es crucial diferenciar entre los dos tipos principales:
Gestionar bien estos casos especiales no es solo una cuestión de cumplir la ley, sino de proyectar una imagen de empresa seria y justa. Para facilitar este control, herramientas como las que ofrece Shyfter pueden automatizar el seguimiento de los días y simplificar los cálculos, adaptándose a las particularidades de cada contrato.
Que un empleado llegue al final de su contrato con una mochila llena de días libres sin disfrutar es un escenario que todo buen gestor de RRHH quiere evitar. Más allá de tener claro cómo se pagan las vacaciones no disfrutadas, la verdadera clave está en la prevención. Y esto se complica especialmente en sectores con alta rotación, como la hostelería o el retail, donde encajar las piezas del calendario puede ser un auténtico rompecabezas.
Una gestión proactiva no solo te ahorra costes inesperados en los finiquitos, sino que también ayuda a construir un ambiente de trabajo más sano. Se trata de fomentar una cultura donde el descanso no es un problema de última hora, sino una parte planificada y valorada del ciclo laboral. Para lograrlo, es fundamental anticiparse y montar un sistema que funcione tanto para la empresa como para el equipo.

Lo primero es lo primero: necesitas un plan anual de vacaciones que sea justo y, sobre todo, transparente para todos. Esto significa definir periodos preferentes, establecer cuántas personas de un mismo departamento pueden coincidir fuera y comunicar estas reglas del juego con total claridad. Cuando la gente sabe a qué atenerse desde el principio, es mucho más sencillo que planifiquen sus descansos con antelación.
No podemos ignorar el contexto económico. Hace poco salió a la luz que el 33,4 % de la población española no pudo permitirse ni una semana de vacaciones, una cifra que nos sitúa muy por encima de la media europea. Esta realidad a menudo empuja a los empleados a no pedir sus días, más preocupados por su estabilidad que por un descanso que es totalmente necesario. El resultado es la acumulación de días pendientes. Puedes leer más sobre esto en este análisis sobre la capacidad de los españoles para vacacionar.
Seamos sinceros: intentar llevar el control de las ausencias con hojas de cálculo es la receta perfecta para el desastre. A día de hoy, las herramientas digitales son nuestras mejores aliadas para gestionar esto de forma eficiente, ya que automatizan las tareas repetitivas y minimizan los errores humanos que siempre acaban apareciendo.
Un sistema centralizado no solo te da una visión clara del calendario de ausencias de un vistazo. También empodera a los empleados para que gestionen sus solicitudes de forma autónoma, lo que libera un tiempo valiosísimo para el equipo de RRHH.
Estas son algunas de las ventajas más evidentes de usar un software especializado:
Implementar una solución tecnológica es, en realidad, una inversión directa en eficiencia. Si estás buscando optimizar la gestión de ausencias en tu equipo, un buen software puede marcar la diferencia entre una planificación caótica y un sistema que fluye sin problemas.
Para cerrar esta guía, vamos a abordar esas preguntas que siempre surgen en el día a día cuando hablamos de vacaciones pendientes. Son dudas recurrentes que, tanto si eres del equipo de RRHH como si eres un trabajador, seguro que te has planteado alguna vez.
Aquí la ley española es tajante: no. El derecho a las vacaciones tiene un propósito claro, que es garantizar tu descanso físico y mental. No es un "extra" que se pueda cambiar por dinero mientras tu contrato sigue activo.
La única situación principal donde sí se convierten en una compensación económica es al finalizar tu relación laboral, ya sea por despido, fin de contrato o baja voluntaria.
Si te encuentras con que la empresa ha omitido este pago, que es totalmente obligatorio, tienes todo el derecho a reclamarlo.
Lo primero, siempre, es intentar una solución amistosa. Un simple recordatorio puede ser suficiente. Si la vía del diálogo no funciona, el siguiente paso es presentar una papeleta de conciliación. Si aun así no hay acuerdo, la última opción es una demanda judicial.
¡Ojo con los plazos! Tienes un margen de un año desde que se extingue el contrato para iniciar esta reclamación. Pasado ese tiempo, pierdes el derecho a hacerlo.
Sí, rotundamente. Esa compensación económica que recibes se considera salario a todos los efectos legales.
Esto significa dos cosas importantes:
Una gestión de ausencias y vacaciones sin errores es posible con las herramientas adecuadas. Shyfter automatiza el cálculo de días devengados y simplifica la planificación para que los finiquitos dejen de ser un dolor de cabeza. Descubre cómo en https://shyfter.co/es-es.
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