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Prueba ahora gratisLas contingencias comunes son una pieza fundamental del engranaje de la Seguridad Social, una especie de seguro que te protege cuando tienes un problema de salud o un accidente que no tiene nada que ver con tu trabajo.
Piénsalo así: es la red de seguridad que te cubre si te pones enfermo o sufres una lesión fuera de tu jornada laboral.

Si gestionas un equipo, tienes una pyme o simplemente quieres entender mejor tu nómina, sobre todo en sectores tan movidos como la hostelería, el retail o la gestión de recursos humanos, saber qué son las contingencias comunes es crucial. No es un simple descuento en tu sueldo; define cómo se gestionan las bajas y cómo se planifican los recursos.
Este concepto se refiere a esa protección que nos da la Seguridad Social ante situaciones de salud que no han sido causadas directamente por nuestra actividad profesional. En la práctica, es una "hucha" a la que tanto la empresa como el trabajador aportáis un poquito cada mes para asegurar prestaciones futuras.
El objetivo de estas cotizaciones es bastante claro: garantizar que tengas un colchón económico si lo necesitas. Aportar a esta hucha común te da derecho a recibir ayudas en momentos clave de tu vida.
Las coberturas más importantes que tienes gracias a esto son:
Entender bien este sistema es vital, porque el coste del absentismo por estas causas es muy significativo. En España, el impacto ha llegado a cifras récord, con una media de 53,3 bajas por cada 1.000 trabajadores, el dato más alto desde 2007.
Este dato pone de manifiesto lo importante que es tener una gestión de personal eficiente para que el negocio no se resienta. El primer paso es saber cómo estas ausencias afectan al salario, por lo que te vendrá genial nuestra guía sobre cómo se hace la nómina para tener una visión 360 grados.
Una de las dudas que más se repiten en el día a día de la gestión de personal es saber distinguir una baja común de una profesional. La diferencia, aunque parece pequeña, es crucial y se resume en una sola palabra: el origen.
Entender bien este matiz es clave para cualquier responsable de RR. HH. o dueño de un negocio, sobre todo en sectores tan dinámicos como la hostelería o el retail, donde la planificación de turnos y las bajas son una realidad constante.
Las contingencias comunes son aquellas que nos pasan fuera del trabajo. Imagina al cocinero de tu restaurante que se lesiona jugando al fútbol el domingo, o a la dependienta de tu tienda que pilla una gripe. Su incapacidad no tiene nada que ver con las tareas que hace en su puesto.
En cambio, las contingencias profesionales nacen directamente de la actividad laboral. Si ese mismo cocinero sufre una quemadura grave mientras prepara un servicio o la dependienta desarrolla un problema de espalda por mover cajas pesadas a diario, entonces sí, estamos hablando de una contingencia profesional.
Que el origen sea uno u otro lo cambia absolutamente todo: desde quién paga la prestación desde el primer día hasta la cantidad de dinero que recibe el empleado. Para que quede meridianamente claro, aquí tienes las diferencias fundamentales:
Saber identificar correctamente el tipo de contingencia no es un mero trámite administrativo. Afecta directamente a la planificación de turnos, a los costes que asume la empresa y a la protección económica que recibe el trabajador durante su ausencia.
Desgranar el apartado de las cotizaciones en la nómina puede parecer un jeroglífico, pero en realidad, la lógica es bastante sencilla. Comprender cómo se calculan las contingencias comunes es clave, no solo para el trabajador, sino para cualquier responsable de recursos humanos.
El cálculo parte siempre de un concepto fundamental: la base de cotización por contingencias comunes. Ojo, porque esta cifra no es tu sueldo base y ya está. En ella se agrupan casi todos los ingresos brutos que recibes al mes, desde los complementos salariales hasta la parte proporcional de las pagas extra. Si quieres profundizar, tenemos una guía que explica al detalle qué es el sueldo bruto.
Una vez tenemos esa base de cotización, se le aplica un porcentaje que fija la ley. Actualmente, ese porcentaje total es del 28,30 %. Pero tranquilo, que no te toca pagarlo todo a ti.
La responsabilidad de este pago se reparte entre la empresa y el trabajador, aunque no a partes iguales. La idea es que el sistema proteja al empleado sin que la carga financiera recaiga por completo sobre él.
Este sistema solidario garantiza que la "hucha" de la Seguridad Social, de la que saldrán prestaciones como una baja por enfermedad o tu futura jubilación, se mantenga financiada.
El siguiente esquema te ayudará a visualizar de un vistazo cómo se decide si una baja es común o profesional. Es una distinción crucial, porque de ella dependen tanto los cálculos como las prestaciones.

Como ves, la diferencia es muy clara: si el problema de salud surge fuera del entorno laboral, hablamos de una contingencia común. Si tiene su origen en el trabajo, es profesional, y ahí las reglas del juego cambian.
Vamos a ponerle números para que quede todo más claro. Imagina que trabajas en una tienda de ropa y tu nómina mensual se compone de:
Lo primero es calcular la base de cotización. Simplemente sumamos todos los conceptos: 1.200 + 150 + 250 = 1.600 €. Esta es la cifra sobre la que aplicaremos los porcentajes.
El cálculo final sería:
- La empresa aportará 377,60 € (el 23,60 % de 1.600 €).
- A ti te descontarán de la nómina 75,20 € (el 4,70 % de 1.600 €).
En total, ese mes se ingresarán 452,80 € a la Seguridad Social en tu nombre.
Este desglose no solo aporta transparencia, sino que ayuda a entender a dónde va una parte de tu sueldo y cómo, entre todos, financiamos nuestro sistema de protección social.
Cuando un empleado de tu equipo necesita una baja por enfermedad común, una de las primeras preguntas que aterrizan en RR. HH. es siempre la misma: ¿quién se hace cargo del pago? Y la respuesta no es tan simple, porque la responsabilidad se va repartiendo en el tiempo entre la empresa y el sistema público.
Entender bien este reparto es crucial para la planificación financiera, sobre todo en sectores como la hostelería o el retail, donde la gestión de personal es muy intensa y cualquier ausencia tiene un efecto dominó en el día a día.
La normativa establece un esquema progresivo para pagar la prestación por incapacidad temporal. La idea es equilibrar la carga entre el empleador y la Seguridad Social (o la mutua colaboradora).
Así es como se reparte el pastel en cada fase de la baja:
Un detalle importante: aunque la empresa deja de pagar directamente la prestación a partir del día 16, no se desentiende del todo. Sigue teniendo la obligación de ingresar las cotizaciones sociales del trabajador, un coste indirecto que no podemos olvidar.
El coste directo de la baja es solo la punta del iceberg. Para una pyme del sector servicios, como un restaurante o una tienda, el verdadero golpe del absentismo está en los costes indirectos, que son mucho más difíciles de medir pero igual de dañinos.
Imagina que un camarero falta en pleno servicio de fin de semana. De repente, tienes que reorganizar turnos a toda prisa, buscar un sustituto de última hora o, lo más habitual, sobrecargar al resto del equipo. Esta situación no solo puede empeorar la calidad del servicio, sino que también dispara el estrés del equipo y, al final del día, hunde la productividad. Para que estos imprevistos no te desborden, herramientas como las que ofrece Shyfter son clave para minimizar el caos.
El absentismo por contingencias comunes tiene un peso económico brutal en España. El coste total ascendió a 28.987 millones de euros en un año reciente, y la previsión es que crezca casi un 10 % hasta superar los 32.000 millones. Puedes profundizar en estas cifras en este análisis del absentismo laboral. Entender la magnitud de estos números ayuda a darse cuenta de por qué gestionar bien las ausencias no es una opción, sino una necesidad.

La teoría sobre las contingencias comunes está clara, pero llevarla al día a día es el verdadero dolor de cabeza para cualquier responsable de equipo o de recursos humanos. En sectores tan movidos como la hostelería o el retail, donde todo funciona por turnos y la gente va y viene, una baja inesperada por enfermedad común puede hacer saltar por los aires toda la planificación de la semana.
El problema no es solo papeleo, es totalmente operativo. Imagina que un camarero te falla en pleno servicio de cenas o que un dependiente no aparece en el pico de las rebajas. El lío es monumental. Afecta directamente a la calidad del servicio, a la paciencia de los clientes y, por supuesto, a la carga de trabajo de los compañeros que sí están al pie del cañón. Gestionar esto se convierte en un ejercicio constante de malabarismo y anticipación.
En entornos tan dinámicos, los problemas de una ausencia inesperada se multiplican. No es lo mismo cubrir un puesto de oficina que uno de cara al público en hora punta.
Los principales obstáculos son un clásico:
Para un bar, restaurante o una tienda, cada turno perdido es dinero que no entra y un cliente que probablemente se queje. Ir apagando fuegos sobre la marcha no es una estrategia sostenible.
Anticiparse. Esa es la clave. En lugar de correr como pollos sin cabeza cuando alguien falta, los responsables de planificación necesitan un sistema que les permita reaccionar con agilidad y cabeza. Y aquí es donde la tecnología se convierte en tu mejor amigo.
Una planificación inteligente y centralizada te permite ver los huecos al momento y buscar soluciones sin tener que recurrir a hojas de cálculo caóticas o a un grupo de WhatsApp que echa humo. Un planificador de turnos como Shyfter, por ejemplo, no solo automatiza la creación de horarios, sino que hace mucho más fácil comunicar cambios y encontrar reemplazos entre la gente que tienes disponible.
Esta automatización libera a los mánagers para que se centren en lo que de verdad importa: mantener al equipo contento y asegurarse de que el negocio funcione como un reloj. De hecho, una gestión eficiente de las ausencias es la base para un buen ambiente de trabajo. Si te interesa el tema, puedes echar un vistazo a cómo gestionar las ausencias e indisponibilidades de los empleados de forma mucho más sencilla.
Y es que es un hecho que la duración de las bajas por contingencias comunes está subiendo. Los últimos datos sitúan la duración media en 37,1 días, y lo que más preocupa es el aumento de las bajas de larga duración. En total, se acumularon más de 290 millones de días de baja en un año, lo que equivale a tener a casi 950.000 trabajadores fuera de juego durante todo el año.
Para terminar esta guía, vamos a resolver esas dudas del día a día que siempre surgen al hablar de contingencias comunes. Son preguntas que nos llegan constantemente tanto de empleados como de responsables de RR. HH., sobre todo en sectores tan dinámicos como el comercio, la sanidad o la hostelería.
El objetivo es sencillo: despejar cualquier incógnita que te haya quedado y que tengas a mano una referencia rápida para esas situaciones cotidianas.
Aquí la regla es simple: cualquier problema de salud que no esté directamente causado por tu trabajo es una contingencia común. Estamos hablando desde una gripe o un resfriado hasta una lesión que te haces fuera del horario laboral, como esa torcedura de tobillo jugando al pádel el fin de semana.
La clave definitiva es que el origen de la baja sea totalmente ajeno a las tareas que realizas en tu puesto. Si no hay una relación causa-efecto con tu actividad profesional, es una contingencia común.
La respuesta corta es "depende", y es un depende muy importante. Para poder viajar, el desplazamiento debe ser totalmente compatible con tu tratamiento médico y, por supuesto, no puede perjudicar tu recuperación de ninguna manera.
Es absolutamente obligatorio que pidas una autorización expresa a tu médico de cabecera. Si te da luz verde, no hay problema. Pero cuidado, porque viajar sin este permiso se considera una acción que dificulta tu curación y puede acarrear consecuencias serias: desde la suspensión de la prestación económica hasta un despido disciplinario.
Una duda muy habitual: durante una baja por contingencia común, sigues cotizando a la Seguridad Social. La empresa y la entidad gestora (mutua o INSS) se encargan de seguir haciendo las aportaciones. Este tiempo cuenta a todos los efectos para tu futura jubilación y para el paro.
La mutua es la entidad que colabora con la Seguridad Social para hacer el seguimiento y control de tu incapacidad temporal. Aunque tu médico de familia es quien emite los partes de baja, confirmación y alta, la mutua tiene la potestad de citarte para hacer revisiones y comprobar cómo evoluciona tu salud.
Además, y esto es clave, a partir del día 16 de baja, la mutua pasa a ser la responsable de pagarte directamente la prestación. Por eso es fundamental que acudas a todas sus citaciones; no hacerlo podría poner en riesgo el cobro de la baja.
Aparte de estas dudas, si tienes otras preguntas sobre gestión de personal, puedes consultar nuestra sección de otras Preguntas Frecuentes.
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